9788417048884
El buque Fantasma
Eduardo Arroyo
Editorial: La Fábrica Fecha de publicación: 26/12/2018 Páginas: 68Formato: 32,5 x 24,5 cm.
www.paquebote.com > EDUARDO ARROYO
Sólo lo excepcional merece ser vivido. Eduardo Arroyo, al que apasionan las historias de boxeadores vencedores y vencidos, dedica a Alfonso Teófilo Brown esta excepcional biografía. Panamá Al Brown fue uno de los más hermosos peso gallo de la historia del pugilismo; pero sobre todo, «un artista, un bailarín, un poeta». Nació en Colón, Panamá, en 1902. Muchacho negro de origen muy humilde, vagabundo boxeaba con su sombra y soñaba con luchar en un ring. Sin presente ni futuro, emigró al Nueva York de la ley seca, las bandas de gánsteres y de jazz, donde protagonizó sus primeros combates. De una delgadez de alambre, proyectado hacia arriba, sin pantorrillas, y con una cintura de avispa, se convirtió en el más grande peso mosca desde los días gloriosos de George Dixon.
The eclectic collection of photographs with feet raiser above the ground gathered by the artista Eduardo Arroyo
La eclética colección de imágenes "a la pata coja" reunida por el artista Eduardo Arroyo
La ecléctica colección de fotografías reunidas por el artista Eduardo Arroyo de su archivo personal y con un nexo común; en todas ellas aparece alguien que está a punto de perder el contacto con el suelo.
«La realidad es infinitamente más preocupante que la ficción y nos atemoriza [...] La ocultación, lo no visible, lo invisible, forman parte de mi pan de cada día. Vivo con la obsesión invasiva de enmascarar a todo bicho viviente, a rostros conocidos y desconocidos. El disfraz no es sólo atributo de los animales racionales, y si no que se lo pregunten al camaleón y a la culebra. Los objetos también se disfrazan, se ocultan y juegan al escondite con nosotros, fantasmeando [...] E incluso nuestra casa puede llegar a ser un disfraz.» Entre bambalinas, Eduardo Arroyo nos narra escenas aisladas de su vida en las que sus compañeros de viaje y él mismo, semiocultos con sus máscaras, antifaces y travestismos, comparten espacios de soledad y compañía. «Robinson Crusoe marcó mi vida de forma definitiva y me indicó tanto el buen como el mal camino. El bueno: la delicia de estar solo. El malo: el no estar acompañado.»
«La realidad es infinitamente más preocupante que la ficción y nos atemoriza [...] La ocultación, lo no visible, lo invisible, forman parte de mi pan de cada día. Vivo con la obsesión invasiva de enmascarar a todo bicho viviente, a rostros conocidos y desconocidos. El disfraz no es sólo atributo de los animales racionales, y si no que se lo pregunten al camaleón y a la culebra. Los objetos también se disfrazan, se ocultan y juegan al escondite con nosotros, fantasmeando [...] E incluso nuestra casa puede llegar a ser un disfraz.» Entre bambalinas, Eduardo Arroyo nos narra escenas aisladas de su vida en las que sus compañeros de viaje y él mismo, semiocultos con sus máscaras, antifaces y travestismos, comparten espacios de soledad y compañía. «Robinson Crusoe marcó mi vida de forma definitiva y me indicó tanto el buen como el mal camino. El bueno: la delicia de estar solo. El malo: el no estar acompañado.»
Este libro reúne más de un centenar de obras del artista español Eduardo Arroyo, y está centrado en dos aspectos que hasta ahora apenas habían sido expuestos y, desde luego, nunca confrontados el uno al otro.
Se trata, por un lado, de su faceta de retratista. Arroyo ha sido, desde sus inicios, un pintor de retratos (y autorretratos), tanto de personajes de ficción como muy históricos y reales. Estos últimos han sido el objetivo principal a la hora de seleccionar las obras para este libro.
Por otro, la fotografía, que le atrae no tanto como práctica artística sino en su papel de soporte de la memoria familiar y social: viejas fotografías de los rastros y los mercadillos, los desechos de los álbumes familiares y las fotografías de autor desconocido y gentes anónimas, sobre cuyo soporte y cualidades ha trabajado e intervenido —pintándolas, cortándolas, fragmentándolas, yuxtaponiéndolas a dibujos, pinturas o papeles de calco, haciendo collages y foto–collages, seriándolas— como mejor le ha parecido y más convenía a sus intereses pictóricos.
(Exposición en la Fundación Juan March de Palma de Mallorca a partir del 22 de febrero de 2013).